Si tuviera que definir de dónde soy…
…diría que mi alma, mi cultura primigenia, es parisina, francesa.
Por mi trazo, mis dibujos, mi mente artística y tradición escultórica.
…diría que el crisol de mi creatividad está en Catalunya. Por mi aprendizaje de la escultura con barro, madera y bronce, por mi profunda conexión con los espacios de Gaudí como el Parc Guëll, la casa Milà y la Cripta de Colònia Guëll o lugares como la escultórica montaña de Montserrat .
…añadiría que mi madurez creativa se desarrolló y adquirió toda su potencia en Menorca, en el regazo de las canteras de s’Hostal, nutriéndose de la inspiración de Punta Nati y de la energía telúrica de toda la isla de la piedra. Menorca, con sus miles de kilómetros de “paret seca”, centenares de cuevas y monolitos, me hablaba y me habla, me conectaba y me conecta con la Tierra.
La piedra, excavada, tallada, erguida o apilada al infinito me entregó aquí en la isla su secreto, su lenguaje, su mensaje. La conexión con el gran Todo.
Si tuviera que hablar de mis maestros…
…mencionaría a mis guías Marchadour, grabador y Toni Pichón, trencador.
Marchadour me enseñó a convertir el lápiz en cómplice…a sentir, a hacer surgir el gesto,
a captar la línea, la vida. Me hizó descubrir el Land Art, la experiencia del paisaje.
Toni Pichón me mostró a conectar con lo tradicional y arcaico.
Si tuviera que nombrar a los artistas que me han abierto el camino…
Hablaría sin dudarlo de Camille Claudel, Etienne Martin y del gran Brancusi.
Si tuviera que definir mi obra…
Diría que es materia trabajada, forma primigenia, participación en la naturaleza, presencia en el mundo. Cortes, rascaduras, trazos, colores que son ritmos, vibraciones que nos conectan a la vida de la materia.